Publicado: 19/07/2010 - Actualizado: 05/05/2017
Autor: Josep Masdeu
Usted hace dieta y ha empezado un plan de ejercicio físico, pero a pesar de ello no consigue bajar de peso. Aquí se examinan cuatro posibles causas de este fracaso en su estrategia alimenticia.
Contenidos
1. Dieta exageradamente hipocalórica
Muchos de los planes con descensos excesivos de calorías provocan una gran pérdida de peso inicial, pero siempre a costas de agua de nuestro cuerpo. Después de una o dos semanas la pérdida de peso es mínima. De hecho, se ha comprobado que incluso en situación de ayuno amplio, la “quema” de grasa no excede los 200 gramos al día. No solo usamos grasa como energía, sino también como proteína, ayudando la pérdida de masa muscular con la consecuente disminución en el metabolismo basal (que está condicionado por la masa magra). Después de varios días de dieta hipocalórica además, el organismo se protege con una serie de adaptaciones hormonales (hormonas tiroideas, insulina, leptina), cambios que también contribuyen alterar el metabolismo. Si se termina la dieta y vuelve a la alimentación con las calorías habituales, se produce el “efecto rebote” (rápida recuperación del peso perdido), con el “pequeño” detalle de que lo que se recupera en peso es grasa y no masa muscular (que requerirá mucho preparación para ser eventualmente regenerada).
2. Mala distribución de las calorías
Una vez establecido el cálculo calórico adecuado, es importante la forma como se reparten estas calorías durante el día. Por ejemplo 2000 calorías diarias aportadas por un almuerzo y una cena de 1000 calorías cada una, tiene más posibilidades de hacer engordar que un desayuno, un refrigerio, almuerzo, una merienda y una cena, de 400 calorías en cada ingesta.
3. Exceso de grasa en la alimentación
Casi todos sabemos que el exceso de grasa alimenticia puede originar el sobrepeso, por lo que elimina los fritos dentro de su dieta alimenticia. El problema puede estar en las grasas “escondidas” que llevan alimentos como las galletas u otros dulces. A modo de ejemplo, un paquete de galletas (120 g) con chocolate aporta cerca de 30 gramos de grasa, que incluso es más de lo que aporta una ración de patatas fritas. Un adulto medio (considerando una ingesta de 2000 calorías al día), no debería consumir más de 60 gramos diarios de grasa, por lo que este “inocuo” paquete de galletas, que sirve de tentempié en colegios y oficinas, aporta la mitad de la recomendación diaria. La incorporación del etiquetado nutricional obligatorio en los alimentos, debería ser una eficaz ayuda para identificar estos enemigos nutricionales hasta ahora “ignorados”.
4. Exceso de carbohidratos en la alimentación
En una situación de calma, las necesidades de carbohidratos son relativamente bajas (unos 10 gramos por hora). Si se mantiene una distribución adecuada de las comidas, lo que significa comer cada 3 horas aproximadamente, se considera que un aporte de 30 gramos en cada ración puede ser suficiente durante el período inactivo del día. Bebidas gaseosas de (120 gramos de carbohidratos/litro) o pan blanco (60 gramos de carbohidratos), pueden sencillamente llevar a un exceso de este alimento, lo que desde una perspectiva energética no es malo (pues la glucosa es la forma preferida de energía), pero con el inconveniente de que durante varias horas deja de utilizarse el tejido adiposo (la energía de reserva). El momento indicado para consumir grandes cantidades de carbohidratos en un sujeto dinámico es mientras realiza ejercicio de media o alta intensidad o para reponer las “reservas” de carbohidrato muscular (posterior al ejercicio).
Fuente Dr. Norman MacMillan
Acerca del autor