Publicado: 27/08/2010 - Actualizado: 30/09/2018
Autor: Josep Masdeu
Para nosotros, los profesionales, iniciar un tratamiento es encontrarse frente a un puzzle guardado en su caja y precintado. Dentro estan todas las piezas que daran forma a una imagen concreta; cada pieza encaja con otra y es esa unión la que da sentido y forma, pese a su complejidad, a la riqueza del ser humano que se encuentra escondido en ese puzzle.
A medida que el rompecabezas va tomando forma vemos el dibujo que lo forma, de forma muy semejante a nosotros. Debemos hacer que el consultante vaya buscando una a una esas piezas que forman su vida y, al verse reflejado, entienda el sentido de su vida, comportamientos y patrones creados a lo largo del tiempo y no tenga que ir escondiendo en su interior aquello que trastorna y de esta forma vaya sobreviviendo.
El trabajo del Terapeuta
Cada persona es única y posee su historia. Muchas veces está olvidada a nivel consciente, pero está celosamente guardada en el insconsciente y hay que sacarla a la luz.
Volvemos al puzzle. Para empezar a montarlo acostumbramos a organizarnos para encontrar el encaje de piezas más fácilmente; primero buscamos las piezas con ángulo y las que forman los bordes; después, podemos agrupar las piezas que quedan por colores, formamos bloques que vamos uniendo de afuera hacia el interior.
Nosotros seguimos la misma pauta: los ángulos y bordes pueden ser la primera entrevista y la confección del completo historial personal. Los test o búsquedas interiores del paciente pueden representar la recopilación de colores. Después, todo el trabajo que nos lleva a sacar las primeras conclusiones y que ya nos hacen intuir cómo tiene estructurada su vida en lineas básicas, sus relaciones personales y con su entorno más inmediato, padres, esposa, hijos, amigos, su autoestima, su sexualidad, sus proyecciones de futuro, etc.
Todo lo que nos va contando son solo pistas que, a medida que van emergiendo, nos sirven para conocer y preparar nuestro «modus operandis» con el cliente.
Cada persona interpreta y da un significado muy personal a los símbolos que le sirven para expresar sus vivencias. Se asocia el agua a la madre, pero para una perona que haya tenido problemas con el agua, o haya estado a punto de ahogarse o cualquier otro percance negativo, le traerá recuerdos negativos que en ningún caso podremos relacionar directamente con la simbología materna.
Este ejemplo es esclarecedor de cuán importante es conocer al máximo de detalle todo lo relacionado con la persona.
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