Publicado: 14/06/2010 - Actualizado: 30/09/2018
Autor: Josep Masdeu
Una de cada diez personas que va al médico no tiene nada. Este artículo, aparte de presentar una serie de explicaciones relativa a la enfermedad y las personas que la padecen, nos ha de servir para reflexionar sobre cuan compleja y complicada es la mente de las personas y lo que puede llegar a hacer para buscar atención de los demás o el sometimiento sobre nosotros mismos para justificar determinadas acciones o situaciones que la vida nos va planteando en el día a día.
La hipocondría, por definición científica, es una enfermedad por la que el paciente cree de forma injustificada que padece alguna enfermedad grave. El origen de la palabra hace referencia al hipocondrio donde, según la escuela médica humoral, se creía que se acumulaban los vapores causantes de este mal.
La hipocondría es, en esencia, una actitud que el individuo adopta ante la enfermedad.
Contenidos
Las distintas visiones sobre los Hipocondríacos
Ser hipocondríaco es padecer “una afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con preocupación constante y angustiosa por la salud”.
Desde la psicología conductual, la hipocondría se ha considerado como una fobia a la enfermedad.
L. RONALD HUBBARD
La hipocondría es una enfermedad psicogénica producida por engramas (un engrama es un hipotético cambio que se genera en el cerebro al producirse un almacenamiento memorístico). Si una persona tiene un engrama cuyo contenido verbal le sugiere que en lo único que puede pensar es en lo enfermo que está y que hará suya toda enfermedad sobre la que lea, esto le hará reaccionar como un hipocondríaco. Cuando se elimina de la mente reactiva el engrama que provoca la hipocondría, el enfermo se cura definitivamente.
JORGE RAÚL OLGUÍN
La considera una “enfermedad psicosomática” y esto significa que un problema físico común, grave o leve, como una pulmonía o una neumonía, es agudizada por el propio enfermo. Es decir, lo psicosomático es agudizar el problema físico.
Aunque la hipocondría puede aparecer de manera esporádica, muchas veces es crónica, lo que significa que siempre tiende a estar “presente” en la vida del individuo.
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Los hipocondríacos confunden cuadros de ansiedad o depresión con afecciones de gravedad. Pueden imaginar enfermedades con sólo tener algún leve síntoma, pequeñas heridas, dolores de cabeza, trastornos del sueño, pequeñas palpitaciones, etc.
La ansiedad y el miedo implican una preparación para luchar o huir ante aquello que se teme (conducta adaptativa). Para luchar o huir, el cuerpo responde (respiración acelerada, corazón taquicárdico etc.), provocando sensaciones que pueden ser atribuidas a la situación que se teme.
Las personas hipocondríacas suelen estar demasiado volcadas sobre ellas mismas, lo cual les impide muchas veces estar suficientemente pendientes de los demás y sus necesidades, por lo que dan la impresión de ser muy egoístas. Entre ellos son frecuentes las actitudes narcisistas y egocéntricas. Suelen tener una sensibilidad exagerada hacia las críticas de que son objeto de los demás. Acostumbran a ser personas más bien materialistas.
Al tratarse de una afección psicológica aunque el profesional de la salud les asegure que están sanos, los hipocondríacos no pueden librarse de su preocupación; viven esperando tener algo grave.
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Las causas de la Hipocondría
Son varias las causas de la hipocondría. Se destacan:
- Interpretación errónea de síntomas.
- Experiencias traumáticas debido al fallecimiento de una persona querida, o relacionadas con una enfermedad.
- Protección excesiva por parte de los padres.
- Educación basada en el miedo.
Recientemente, con la aparición de la gripe A, se ha podido constatar que el uso de información alarmante sobre enfermedades puede provocar que ciertas personas padezcan hipocondría, ya sea momentánea o crónica.
Hay que señalar que los enfermos hipocondríacos graves no suelen ir a la consulta del médico, precisamente por el miedo a que les diagnostiquen una enfermedad. La hipocondría puede llevar a la depresión, porque no se llega a un diagnóstico que tranquilice.
Un hipocondríaco suele conocer la forma en que debe tomarse pulso, temperatura y tensión arterial pudiendo hacerlo varias veces al día; igualmente, sabe qué alimentos y bebidas alteran su digestión y los grados de temperatura que convienen a su salud. Se sabe que este trastorno afecta a menudo a muchos miembros de una familia. Hay familias que son especialmente sensibles y están predispuestas hacia la interpretación de los signos de enfermedad en todos los ámbitos de la vida. De esta forma, los miembros de la misma familia aprenden a interpretar negativamente cualquier signo corporal y lo asocian con angustia, miedo o ansiedad.
Cuando el médico le asegura que no se ha evidenciado patología orgánica que justifique esta sintomatología y que se trata de un trastorno psíquico, muchos pacientes se niegan a admitir esta posibilidad y, en vez de iniciar el correspondiente tratamiento psiquiátrico, comienzan un largo peregrinaje en busca de otros médicos y de complejas exploraciones complementarias que puedan descubrir la causa de sus molestias.
La Organización Mundial de la Salud explica que para considerar a un paciente hipocondríaco, éste debe estar convencido de padecer como máximo dos enfermedades graves y debe conocer, al menos, el nombre y sintomatología de una de ellas. Asimismo, la duración del trastorno debe ser de al menos seis meses.
“La solución siempre estará en manos de un especialista”.
Debido a la somatización (proceso por el que una afección psíquica se convierte en orgánica) constante de los síntomas que la persona que padece de hipocondría puede presentar, esta enfermedad ha pasado a ser considerada una enfermedad mental que puede llegar a ser grave.
Ser hipocondríaco es tener el convencimiento real de padecer una enfermedad grave que desencadena cuadros de angustia y depresión y que puede llegar a presentar síntomas orgánicos asociados a la enfermedad que se cree padecer.
Tratamiento para Hipocondríacos
La hipocondría no permite a la persona que la padece hacer frente a su vida cotidiana y, de no ser tratada, puede degenerar en un cuadro de Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Y si la situación empeora y se hace más crítica, la recomendación es acudir a un especialista quien nos dará las claves de cómo manejar la situación. En la actualidad, los procesos de hipnosis están teniendo muy buenos resultados en personas hipocondríacas crónicas.
El tratamiento de la hipocondría es psicológico. Suele estar acompañada de problemas de ansiedad y depresión, por lo que la medicación puede ayudar también combinándose siempre con la psicoterapia.
El tratamiento principalmente se basa en conseguir la pérdida del miedo a la enfermedad y a la muerte, lo que se logra planteándose unas tareas y prohibiciones (que deben contar con la colaboración de la familia), y una terapia de exposición en la que se busca el reaprendizaje del paciente, separándolo de todo aquello que le recuerde sus enfermedades, solicitándole que no acuda ningún médico ni se haga atender por ningún servicio asistencial, que deje de hablar de enfermedades y que tampoco consulte publicaciones médicas, libros, revistas, etc.
Se debe asegurar que el paciente no tenga verdaderamente ninguna enfermedad física. Una vez que se ha descartado, si el paciente sigue con angustia, preocupación y dudas acerca de su estado de salud, es conveniente estudiar la posibilidad de un trastorno psicológico.
Barsky y colaboradores (Barsky, Geringer y Wool, 1988; Barsky, 1996) presentaron una terapia que denominaban cognitivo-educativa; su meta es “aprender acerca de la naturaleza, percepción e informe de síntomas físicos y acerca de los factores psicológicos que amplifican el malestar somático”. En otras palabras, mejorar la capacidad de afrontar los síntomas y reducir la limitación funcional.
Referencias bibliográficas
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Barsky, A. J., Fama, J. M., Bailey, E. D. y Ahern, D. K. (1998). A prospective 4 to 5 year study of DSM-III-R hypochondriasis. Archives of General Psychiatry. Vol. 55, 737-744.
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Barsky, A. J., Wyshak, G. y Klerman, G. L. (1990). The somatosensory amplification scale and its relationship to hypochondriasis. Journal of Psychosomatic Research. Vol. 24, nº4, 323-334.
Barsky, A. J., Wyshak, G., Klerman, G. L. y Latham, K. S. (1990). The prevalence of hypochondriasis in medical outpatients. Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology. Vol. 25, 89-94.
Barsky, A. J., Wool, C., Barnett, M. C. Y. Cleary, P. D. (1994). Histories of childhood trauma in adult hypochondriacal patients. American Journal of Psychiatry. Vol. 151, 3, 397-401.
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