Publicado: 04/12/2010 - Actualizado: 23/09/2017
Autor: Josep Masdeu
Algunas cosas se recuerdan y quedan almacenadas en la memoria; otras, sin embargo, se olvidan con mucha facilidad. El motivo para que ocurra esto es la atención o interés que despierta el hecho concreto.
En algunos casos, no es que se olviden las cosas, sino que lo que pasa es que no se han guardado en la memoria. Aunque también puede suceder que se hayan guardado, pero no sea posible recuperarlas. La memoria es la capacidad intelectual más valorada de nuestro cerebro. En un principio, la información se guarda en la memoria por un período corto de tiempo. Esto no pasa con todo lo que escuchamos, vemos o sentimos. Sólo ciertas cosas tienen el suficiente interés como para querer ser perpetuadas: las que son nuevas o más atractivas y por ello atraen la atención, y las que se reciben primero. Por ejemplo, en una lista de nombres, siempre es más fácil recordar los primeros que los siguientes. También es menos dificultoso recordar las cosas que se relacionan o asimilan con algo que ya conocido.
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Condiciones para que la Memoria funcione
Pero muchas veces las cosas que son almacenadas en un primer momento no se guardarán en la memoria por mucho tiempo. Para que queden guardadas a largo plazo debe ocurrir alguno o varios de estos supuestos:
–El hecho o dato debe repetirse con frecuencia.
-La información aprendida se debe relacionar con otra, complementándola de alguna manera.
-El dato, hecho o sensación se debe relacionar con algo muy significativo. Así, por ejemplo, se recuerdan ciertos olores porque se relacionan con situaciones vividas o con personas.
Igual que recordamos, también algunas cosas se olvidan, simplemente porque se dejan de usar durante períodos largos de tiempo y otras, porque no se aprendieron correctamente.
Si memorizamos una lista de nombres y fechas basándonos únicamente en el método memorístico, es decir, de forma mecánica y sin utilizar el razonamiento, esa información la perderemos rápidamente.
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Otras veces los datos no se olvidan, sino que nunca llegaron a grabarse en la memoria. Esto sucede porque no despierta el suficiente interés, no nos llama suficientemente la atención y no aporta nada importante.
Otras veces la información no se olvida, pero cuesta o es difícil recordarla. Esto se debe a que en el momento de guardarla se realizó una asociación equivocada o distinta a la que se busca.
Hablamos de pérdida de memoria cuando hay dificultades para recordar hechos aprendidos anteriormente o recordar situaciones, personas o datos del pasado.
A la pérdida de memoria se la conoce como amnesia. Sus causas son muy diversas, así como la gravedad de la misma. La pérdida de memoria se asocia con las consecuencias de la edad avanzada.
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Amnesia y Memoria
La amnesia implica la pérdida anormal de memoria a causa de algún trastorno o enfermedad. Ésta puede ser más o menos grave y ser definitiva o temporal. Según lo que se olvide se distinguen distintos tipos de amnesia:
Amnesia anterógrada: es aquella en que el individuo es incapaz de guardar en su memoria los hechos que le pasan cada día. Desde que sufre el trastorno, ya no consigue recordar las cosas que le suceden.
Amnesia retrógrada: es la incapacidad para recordar las cosas del pasado que estaban perfectamente guardadas.
Amnesia global: es la incapacidad o dificultad para recordar tanto las cosas del pasado como las del presente.
La amnesia puede ser provocada por:
Enfermedades como el Alzheimer o la demencia senil. En estos casos la pérdida de memoria es progresiva y definitiva.
Lesiones cerebrales causadas por accidentes, tumores o cualquier otra lesión que implique daño de las estructuras cerebrales.
El acaecimiento de hechos traumáticos. En estos casos no existe ninguna causa física que explique la amnesia. Generalmente sólo se olvida lo relacionado con el suceso como mecanismo de defensa. La pérdida de memoria es temporal.
A causa de un fuerte traumatismo o golpe. Normalmente se recupera en horas o días, dependiendo de la gravedad.
El consumo de sustancias dañinas puede causar daños cerebrales que ocasionen la pérdida de memoria. El alcohol, por ejemplo, es responsable de un síndrome que implica la pérdida de memoria.
Estrategias para desarrollar al máximo nuestra Memoria
Hoy en día vivimos rodeados y dependemos de la tecnología; da la sensación de que cada vez utilizamos menos la memoria para las cosas cotidianas y no somos conscientes de lo importante que es ejercitarla.
Seguro que no querremos llegar a viejos y tener problemas para recordar los años que hemos vivido, u olvidarnos de aquello que ha sido importante, o simplemente no recordar qué hicimos por la mañana. La falta de memoria es un problema que nos asusta.
Ejercitar el cerebro es clave para tener una buena memoria, ya que, como cualquier otro músculo, si no se mueve, se atrofia. Hoy tenemos calculadoras, ordenadores y móviles que ejercen casi de sustitutos de nuestra memoria, pero esta prosperidad puede pasarnos factura más adelante en la vida. Ejercitar la memoria ayuda a prevenir enfermedades como el Alzheimer, la demencia senil o la pérdida de capacidades cognitivas, que pueden aparecer a partir de los 50 años.
Cómo ejercitar el funcionamiento de la Memoria
Si siempre hacemos lo mismo y de la misma forma, la mente se acomoda a una rutina y no se crean nuevas conexiones entre las células del cerebro. Por eso es importante provocarlo, sacarlo de sus rutinas y ofrecerle nuevos retos.
Hay juegos para la memoria como el sudoku, el ajedrez, el buscaminas, los anagramas, leer deprisa, hacer crucigramas, etc. Existen lugares en Internet en donde podemos encontrar estos juegos, o en revistas y periódicos. También hay juegos de mesa con preguntas y respuestas que sirven para memorizar referencias.
También ejercicios que requieran memorizar (recordar lista o esquemas), visualizar (acordarnos del nombre de una persona visualizando cómo es, qué hace, etc.), razonar (entender algo mediante asociación de ideas) y resolver problemas de lógica.
Salta de la comodidad y realiza tareas complejas. Por ejemplo, prepara tus impuestos, lee un libro sobre cómo abrir una nueva empresa y sigue las instrucciones paso por paso, arma un mueble. Así estarás forzando a tu cerebro a prestar mucha atención y a comprender, lo cual constituye un excelente entrenamiento.
Lee y cuenta historias: El leer te exige poner toda tu atención y más cuando quieres contarle la historia a otras personas.
Aprende otro idioma: El hablar más de un idioma reta a tu cerebro constantemente, sobre todo cuando tienes que traducir o explicar lo que significa una palabra en otro idioma.
Haz ejercicio regularmente. La frase cliché de “mente sana en cuerpo sano” es totalmente cierta. Lo que es bueno para tu cuerpo, es bueno para tu cerebro. El sedentarismo contribuye a que desarrolles condiciones como la hipertensión, la cual puede afectar la memoria.
Evita pasar horas frente al televisor. Mientras más tiempo gastes en actividades que no retan a tu cerebro, más posibilidades tendrás de perder la memoria.
Como puedes ver, hay muchas opciones divertidas para ejercitar tu cerebro y así tener buena memoria. Si cocinas, intenta memorizarte las recetas. Si te gustan los poemas o las historias, recuérdalas y cuéntaselas a alguien. Si te gusta caminar, busca senderos distintos que obliguen a tu cerebro a recordar diferentes rutas.
El retar a tu cerebro es divertido. El perder la memoria, no lo es.
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