Publicado: 18/04/2010 - Actualizado: 20/04/2017
Autor: Josep Masdeu
Cuando no nos sentimos seguros, nos surgen pensamientos del tipo:
¿Las demás personas no me quieren? ¿O realmente soy yo el que no me quiero a mi mismo?
La imagen de uno mismo se forma en la infancia y esa primera imagen es la que va a determinar la seguridad y la confianza en nosotros mismos. De la misma forma que no sabemos cómo es nuestra cara si no la vemos en un espejo, del mismo modo nuestra imagen necesita un espejo para formarse y ese espejo es “la manera en que los otros nos ven”. Estos otros cuando somos niños son los padres. Cuando la relación fue buena, la relación con otras personas será correcta, pero si hubo algún tipo de problema, nos podemos pasar la vida buscando reparar lo dañado o encontrar lo que nunca tuvimos como hubiéramos deseado. Entonces aparecen preguntas como:
¿Me quieren? ¿Merezco que me quieran?
Y nos asaltará la idea de que debemos hacer algo para ser queridos o tratar de “comprar” el amor y el cariño de los otros. Y con ello solo conseguimos tener actitudes y/o comportamientos que hacen que la otra persona nos deje, ya que actuamos como consecuencia de nuestra propia actitud mental negativa.
Aunque lo hagamos todo bien o incluso seamos los mejores, pensaremos que no es suficiente y que los otros no nos quieren. Buscamos “cambiar aquella mirada original de nuestros padres sobre nosotros mismos”.
La primera cosa que hemos de tener en cuenta es que “el problema no es como nos ven los demás, sino cómo nos vemos a nosotros mismos”.
Segunda cosa que hemos de tener en cuenta: “No debemos hacer nada para que nos quieran; los padres, con sus aciertos y errores, respecto a la educación de los hijos, los quieren más que a nadie en el mundo, solo por el hecho de ser sus hijos, no porque tengan que hacer algo especial para que los quieran”.
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La conclusión a este apartado es que “si no tenemos claro que podemos ser queridos por el simple hecho de SER tal cual somos, podemos pasarnos la vida tratando de hacer que nos quieran, sin conseguirlo”.
Conseguir una actitud Positiva
Siempre que empecemos una frase con una condición –quizás, pero, a lo mejor- seguro que no conseguiremos lo que queremos aunque lo pensemos, porque evadimos la posibilidad concreta de lograrlo. Solo “apartando la negatividad del pensamiento” lograremos abrir el camino.
Lo que realmente pensemos de nosotros mismos “eso es lo que nos sucederá” ya que así lo dejamos gravado en nuestras células, es una de las “Leyes Mentales” también se puede definir como tener Fe. ¿Y que es tener Fe? Tener Fe es creer firmemente en la realización de la palabra.
Vivir y tener éxito en la vida hoy no es tarea fácil y muchos caen en el empeño. Por eso, para romper el círculo vicioso negativo, hemos de reconstruir nuestra imagen mental y nuestra autoestima creyendo en “nosotros mismos”, en nuestros valores y nuestras capacidades.
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Creer que podemos lograrlo, nos dará confianza para luchar por conseguirlo y nos quitará de la cabeza muchos pensamientos negativos. De esta forma, pasaremos de un Círculo vicioso a un Círculo Virtuoso.
Es importante que las personas con las que estamos y nos relacionamos tengan también una actitud mental positiva para que nos “contagien” de ese espíritu.
Este trabajo es lento y lleva un tiempo y un esfuerzo personal, pero vale la pena.
Hoy debido a la forma de vida, tenemos la escala de valores invertida y primero viene el trabajo y la empresa y luego nosotros mismos, dejamos para la empresa la proactividad y para nosotros la pasividad.
La felicidad es un proceso que comienza con el bienestar interior.
Debemos fijarnos en todo lo bueno que tenemos a nuestra disposición para pasar cada día y así dejaremos de quejarnos por lo que suponemos que nos falta.
Quejarnos nos lleva a una posición de autocastigo y de víctimas que nuevamente nos frena en la idea de avanzar para lograr nuestros objetivos.
Aprender a decir No
Muchas veces y, más cuando nuestra seguridad interior no es fuerte, nos hacemos cargo de determinadas cuestiones y hacemos lo que los demás nos dicen que debemos hacer y que “desearíamos no haber hecho”.
Seamos conscientes que decir no a todo lo que nos piden. No es tan terrible como creemos, no podemos ayudar a todos. No veamos a ese no como un rechazo, sino como una “sincera expresión de deseo» de que no podemos hacer bien todas las cosas que nos piden.
El no saber decir No hace que los demás crean que siempre estamos disponibles y crean con ello un hábito que recae y nos carga a nosotros. No debemos permitir que las otras personas nos fuercen a hacer algo que realmente no queremos hacer.
Otro campo en el cual nos podemos encontrar con “conflictos personales” es en el mundo de pareja. La mayoría de la veces se producen por “problemas de comunicación” y esto pasa porque creemos que el otro debería saber lo que queremos, aún sin que se lo digamos y viceversa. Otros puntos de conflicto son las relaciones son la familia de ambos, los intereses individuales, el manejo del dinero y la sexualidad.
Para abordar estos temas es necesario que ambas partes escuchen y que sean flexibles ya que los puntos de vista son dispares.
Ralph W. Emerson nos dijo «Tu opinión sobre el mundo es la expresión de tu propio carácter«.
Cualquier experiencia “negativa” conlleva en sí misma una lección positiva que debemos aprender. Generalmente hay una resistencia a dejar lo viejo y conocido e incorporar una actitud nueva. Cuando consigamos asimilar esto, nos liberaremos de la experiencia negativa.
La Respiración
Por ser una función natural, la damos por sentado y no valoramos su trascendencia, pero a través de ella recibimos la energía fuente de la vitalidad.
La respiración cambia frente a cada emoción. Respirar totalmente, utilizando toda la capacidad pulmonar, implica una buena relación con el mundo que nos rodea, sin miedos ni reservas.
Seamos conscientes de la respiración y usémosla para:
Disolver el estrés, incrementar la energía, aumentar la resistencia física, ampliar la atención mental, aceptar y transmitir emociones, mejorar algunas enfermedades…
La Tonicidad
La tonicidad de nuestro cuerpo cambia en cada actividad y también con nuestro estado de ánimo ;al igual que en la respiración, no es lo mismo caminar cuando estamos entusiasmados que cuando estamos deprimidos o cansados.
El equilibrio de nuestro “tono general” se deshizo debido a las experiencias vividas y quedó fijado en un tono hipertónico (alto) o hipotónico (bajo).
Una persona hipertónica tiene tendencia a hacer con el cuerpo más de lo necesario, a tensarse en cada actitud o movimiento.
Una persona hipotónica, en cambio, tiene un tono más bajo al normal y su cuerpo se muestra pasivo y es pesado.
La forma en que hacemos las cosas es consecuencia de nuestra actividad interna, de lo que pensamos y sentimos acerca de la vida. Comencemos a cambiar las maneras y poco a poco transformaremos la actitud.
Realmente ¿somos conscientes de nuestra forma de ser, pensar, actuar? ¿O lo hacemos todo inconscientemente, siguiendo las pautas o acontecimientos?
Contadme vuestras experiencias y vivencias, ¿ estáis de acuerdo con lo comentado? ¿O cuál es vuestro punto de vista?
JOSEP MASDEU BRUFAL
Naturópata
Acerca del autor