Publicado: 31/10/2010 - Actualizado: 18/09/2017
Autor: Josep Masdeu
Mantener en buen estado las defensas de nuestro cuerpo es algo fundamental. Aunque su misión es defendernos del ataque de infecciones, hay ocasiones en que el sistema inmunológico se debilita y pierde la batalla, lo que muchas veces sucede por una mala alimentación, falta de ejercicio, envejecimiento y estrés.
Ante los cambios de estación es muy importante cuidar lo que comemos para fortalecer nuestro sistema inmune.
Señales de que nuestras Defensas están bajas
Algunos signos nos avisan de esas defensas bajas:
-Los fumadores pueden tener dolor de garganta, dando la impresión de estar cogiendo un resfriado que al final no llega. Pueden aparecer pupas en los labios, cansancio mayor del habitual, heridas que tardan en cicatrizar, dolores musculares sin haber hecho ejercicio, debilidad del cabello, etc.
Las bacterias y virus se vuelven resistentes a los antibióticos ante el uso continuado de estos, lo que hace que tengamos que ir cambiando o aumentar las dosis. Esto repercute negativamente en la disminución de la flora intestinal y el debilitamiento del sistema inmunológico.
Hoy las personas viven más años, pero con más dolencias.
Para aumentar las defensas es fundamental tener en cuenta el cambio de la dieta cuando ésta no se basa en una alimentación sana.
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¿Qué podemos hacer por nuestras Defensas?
Mejorar nuestra dieta: beber más agua, tomar más frutas y verduras, tratar de eliminar los alimentos refinados y con aditivos, tomar más proteínas vegetales, eliminar el tabaco, tener un orden en la frecuencia de las comidas, etc.
Hacer ejercicio físico: nuestro cuerpo se oxigena más y favorecemos la eliminación de toxinas.
Cuidar nuestros niveles de hierro: es muy curioso que las personas bajas de hierro suelan tener más tendencia a infecciones y les cuesta más salir adelante. Deben vigilar especialmente aquellas mujeres cuya menstruación o período es muy abundante o les dura mucho.
Controlar el consumo de lácteos: nuestra dieta cambia cada vez más la fruta por el yogur. El yogurt es bueno pero si eso supone que eliminar la fruta, el cambio no es bueno.
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Quizás somos ahora más altos pero no creo que seamos más sanos.
Antes, en una clase de niños, como máximo había un alérgico, un obeso. Ahora quienes son asmáticos, alérgicos, obesos, diabéticos, etc. ha aumentado considerablemente.
Procuremos que nuestra dieta sea lo más variada posible.
Cuidemos nuestro estrés: vivimos rodeados de prisas, anhelos, obsesiones, problemas, etc. de los que no sabemos huir. Hemos de ser conscientes de nuestras posibilidades y tratar de descartar o solucionar aquellas que nos consumen más energía. Si no podemos cambiar una situación, quizá podemos tratar de cambiar el punto de vista.
Utilicemos antibióticos naturales: para muchos de los casos leves podemos consultar a un profesional de la salud sobre el uso de productos naturales como: Echinacea, Propóleos o Própolis, ajo, cebolla, vitamina C. Él nos indicará cuál nos conviene y en qué dosis.
Prestemos atención a nuestro cuerpo: cuando tenemos uPrópolisn resfriado no se trata de tomar una “pastilla” y continuar como si no pasara nada. Debemos intentar fortalecer nuestras defensas con algún producto de los que he citado antes y no cortar los síntomas. Comeremos más ligero (lo ideal serían zumos o caldos, según tengamos frío o calor) y descansaremos para propiciar una pronta recuperación.
Dormir lo necesario: dormir menos de 5 horas al día daña la salud. Lo ideal es dormir alrededor de 8 horas y para eso, a veces, hay que renunciar a ver el final de la serie en la tele. Si nos cuesta dormir, probemos hacer cenar ligeras con alimentos que ayuden a conciliar el sueño.
Seamos felices: otro consejo que parece que no depende de nosotros. Pero creámoslo, también se aprende a ser feliz.
Los frecuentes cambios de temperatura son la causa de muchos de los resfriados comunes. Si nuestras defensas están preparadas, no tendremos que parar o bajar el ritmo de nuestra vida.
Ahora se sabe que el consumo de una dieta rica en fibra soluble aumenta la producción de interleucina-4 en el organismo, una proteína que tiene propiedades antiinflamatorias y que logra cambiar el patrón de conducta de las células defensivas. «La fibra soluble cambia la personalidad de las células inmunes. Pasan de ser proinflamatorias y agresivas, a ser células antiinflamatorias y curativas, que ayudan al organismo a recuperarse de la infección«.
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