Publicado: 27/03/2010 - Actualizado: 01/03/2017
Autor: Josep Masdeu
En el día a día nos encontramos a menudo con personas difíciles si las conocemos nos resulta embarazoso encontrarnos con ellas por la incomodidad que con frecuencia nos produce su comportamiento. Por eso es importante conocer unas pautas generales a tener en cuenta por nuestra parte, estas son:
- Las personas dificilmente cambian; esto debemos tenerlo presente cuando vayamos a tratar con «personas difíciles». Cuando aceptemos esta premisa, nuestro nivel de tolerancia aumentará considerablemente y aceptaremos que esas personas simplemente no son como nostros. Solo con su colaboración podremos cambiar su comportamiento.
- Cambiemos el enfoque: nos sentimos frustrados porque esas «personas difíciles» creemos que pueden cambiar y no lo hacen. Lo que podemos probar es animarlas a que modifiquen su comportamiento y eso lo podemos conseguir formulando una petición, ya que de esta forma nuestras expectativas hacia esas personas se reducen un poco y, a su vez, se sienten más aceptadas y la petición no les ofende ni crea resentimiento.
Tipos de Personas Difíciles
Algunos ejemplos de «personas difíciles» son:
- Personas poco comunicativas: su problemática reside en el escaso compromiso que aceptan, lo que suele enfadar a las personas con las que se relacionan.
- Personas que no escuchan: son personas frustrantes; no solo no prestan atención, sino que acostumbran a hacer mal su trabajo o aquello que se les dice.
- Personas que sueñan despiertas: cuesta motivarlas, por lo que su implicación en cualquier tarea o asunto es casi nula.
- Personas solitarias: rechazan el contacto del grupo. Parecen distantes y eso hace que el grupo no confíe en ellas.
- Personas reservadas: siempre van con secretos y a escondidas; no comparten ideas con el grupo. Es necesario valorarlas cuando conseguimos su ayuda.
Una forma de manipulación muy utilizada es el chantaje emocional. Se trata de un arma que se emplea para conseguir que el interlocutor haga los que el chantajista quiere; éste utiliza el sentimiento de culpa o la necesidad de sentirse valorado para manipular a los demás y conseguir así sus propósitos. Esta técnica nunca funciona con «personas seguras de sí mismas». Transmitir seguridad es el mejor antídoto para esa clase de manipulación.
Si una persona no siente remordimientos para emplear este tipo de tácticas, tampoco nosotros los hemos de sentir por no caer en su trampa.
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